viernes, 26 de septiembre de 2008

Mansard Roof (Vampire Weekend)



Fin de semana. A disfrutarlo. Este grupo es capaz de alegrarme el día.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Cuentos en verso para niños perversos


Recuerdo con especial cariño todos los libros de Roald Dahl que leí de niña. Recuerdo cómo disfrutaba en los mundos de Matilda, de Las Brujas, de Charlie y la fábrica de chocolate, de James y el melocotón gigante...Recuerdo cómo las ilustraciones de Quentin Blake se metían en mi cabeza y me hacían viajar por todos esos escenarios.


Y recuerdo también, cómo durante años llegué a pensar que todos los demás niños conocían la versión equivocada de los cuentos de siempre porque la única versión verdadera era la que Roald Dahl contaba en sus "Cuentos en verso para niños perversos". Aquéllos cuentos donde el príncipe de Cenicienta le cortaba la cabeza a una de las hermanastras, donde el espejito mágico de Blancanieves adivinaba los caballos ganadores de las carreras y hacía millonarios a los Siete Enanos, donde Caperucita mataba al lobo y se hacía un buen abrigo con sus pieles...


"¡Si ya nos la sabemos de memoria!

diréis. Y sin embargo de esta historia

tenéis una versión falsificada, rosada,

tonta, cursi, azucarada,

que alguien con la mollera un poco rancia

consideró mejor para la infancia...


El lío se organiza en el momento

en el que las Hermanastras de este cuento

se marchan a palacio y la pequeña

se queda en la bodega a partir leña.

Allí, entre los ratones llora y grita,

golpea la pared, se desgañita:

"¡Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas!

¡¡Os arrancaré el moño por granujas!!"

Y así hasta que por fin asoma el Hada

por el encierro en el que está su ahijada.

"¿Qué puedo hacer por ti Ceny querida?

¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida

te dan esas lechuzas?". "Frita estoy

porque ellas van al baile y yo no voy" (...)

martes, 23 de septiembre de 2008

Las caras de la medalla. Adiós Verona


Hace un año aproximadamente en la portada de Babelia aparecía el siguiente titular: "Cortázar inédito". Parece ser que habían encontrado un cuento hasta entonces desconocido del escritor argentino: "El escritor no llegó a publicar este relato, que ahora ha sido recuperado por la agente Carmen Balcells entre el legado de que Aurora Bernárdez, viuda y albacea del escritor, le entregó. Ciao Verona da respuesta a algunos de los enigmas literarios del gran autor argentino".


Según cuenta el artículo: "Con la lectura del por treinta años inédito Ciao Verona, el lector sabrá a qué correspondía la sombra de Las caras de la medalla y, al mismo tiempo, podrá imaginar otras atmósferas, otras sombras no menos inesperadas".


Las caras de la medalla es una carta que un tal Javier le escribe a una mujer, Mireille. Se conocieron en Ginebra, en el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear, donde ella trabajaba y adonde él acudía de vez en cuando desde Londres. Nació entre ellos una amistad y él, aunque casado, pronto se enamoró de ella. Pese a que Javier interpretaba la actitud de Mireille como de "correspondencia", en el momento en el que él se acercaba, ella le rechazaba una y otra vez, sin darle ninguna explicación...Javier trata con esta carta de despojarse de la frustración que le producía la actitud de Mireille. Resulta conmovedora la dedicatoria del relato: "A la que un día lo leerá, ya tarde como siempre".


Este relato deja abiertas muchas incógnitas. Con Ciao Verona, el cuento que salió a la luz el año pasado, se cierra el círculo. Todo se comprende.


Ciao Verona comienza contando que una mujer ha muerto en un hotel de Boston. Se ha suicidado tras ingerir pastillas. Entre sus objetos personales, escasos, se encontró una carta de amor apenas leída. Conforme voy leyendo, descubro que la carta está escrita por otra mujer: Mireille. Ésta, asume el rechazo de la difunta y le cuenta la historia de un viaje que realizó a Verona con un tal Javier. Parece que Javier había sido un antiguo amante de Mireille y que el propósito del viaje, según cuenta ella, no era otro que confesarle su verdadera inclinación sexual y su amor por Lamia (la difunta). Pero todo esto son suposiciones porque en ningún momento cuenta qué tipo de relación existió entre Javier y Mireille. Se trata de una historia triste, de doble rechazo: el rechazo de Lamia a Mireille y el rechazo de Mireille a Javier.


Dos cartas, la de Javier a Mireille -que nunca llegó a enviar- expresando todo su desconcierto; y la de Mireille a Lamia -donde se da respuesta a todas las dudas que asaltan a Javier viendo, de esta forma, la otra cara de la medalla.


Me parece preciosa la historia y el hecho de que hasta hace nada, nadie -excepto su autor- pudiera llegar a entenderla en su conjunto.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Only the lonely (Roy Orbison)



Ya ha llegado el otoño. Nada mejor para celebrarlo que una de esas canciones que te apetece escuchar en casa mientras llueve ahí afuera.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Un buen día






Es un día lluvioso. No importa porque estoy donde quiero estar. Pocas veces logro conformarme y disfrutar del aquí y el ahora. Tengo un día apasionante por delante. Un día solo para mí. Tengo la guía en la mano y decido acercarme primero al Metropolitan Museum of Arts.

Hombre de la taquilla: "¿Estudiante?"
Yo (halagada): "no"
Hombre de la taquilla: "son 20 dólares, ¿está usted de acuerdo?"
Yo (sorprendida): "ehhh...sí, ¿no?

Me hace gracia esto de los americanos. No establecen un precio exacto para ciertas cosas. Te sugieren que el precio de entrada es de 20 dólares, pero tú tienes la última palabra. Aunque esta claro que nadie va a decir que no está de acuerdo...cosas raras que no entiendo muy bien.

Leo en mi guía: "El MET es una ciudad-estado cultural con recursos propios, una colección de dos millones de objetos y un presupuesto anual de más de 120 millones de dólares".

Cierto. Hay en este museo más cuadros de Picasso de los que he podido ver en todos los museos de España. Y de Van Gogh, de Monet, Manet, Gauguin, Cezanne, Renoir...Hay más Europa en el MET que en la propia Europa. No me extraña que los neoyorquinos sueñen con París, si tienen un gran trozo de París junto a Central Park. Después de dos horas tratando de seguir un itinerario imposible -las salas se suceden unas a otras como si fuesen un gran laberinto- me he dejado llevar. Quería encontrarme cosas por sorpresa. Que el museo me sorprendiese. Y así ha sido: arte de Oceanía, máscaras tribales de tamaños inimaginables; Grecia y Roma en todo su esplendor; algunos de los grandes, como Modigliani, Chagall, Miró, Dalí, Paul Klee; y, como no podía ser de otra forma...¡¡Edward Hopper!!

Descubrimientos. Dos pintores americanos: Thomas Eakins ("The champion single sculls") y John Singer Sargent ("Madame X"). Aunque no haya sido un descubrimiento, me ha encantado encontrarme con la escultura de una bailarina de Degas, con su tutú de tela: "The little forteen-year-old dancer". Curioso también ha sido descubrir el "Wisteria Dining Room", de Auguste Rateau. Se trata de un salón Art Nouveau y, según explican, es el único salón de este estilo que se encuentra en un museo americano.






El Whitney Museum of American Art se alberga en un edificio diseñado por el arquitecto de la Bauhaus, Marcel Breuer. La colección permanente está compuesta por obras de Hopper, Alexander Calder o Willem de Kooning. Una de las exposiciones temporales: "Polaroids: Mapplethorpe", obra del fotógrafo Robert Mapplethorpe de 1970 a 1975. Son fotografías transgrsoras (ya lo advierte un cartel a la entrada: "lo que van a ver a continuación puede que no guste a todo tipo de públicos"), donde el artista, utilizano Polaroid, retrata a amantes desnudos, amigos, músicos (como Patti Smith) y a él mismo.


La Neue Gallerie está ubicada en una antigua mansión de los Rockefeller en la 5ª Avenida, frente a Central Park. Es un museo dedicado al arte alemán y austríaco con obras de artistas como Egon Schiele, Gustav Klimt o Paul Klee. En la planta baja hay un restaurante, el Café Sabarsky, donde sirven comidas, pasteles y cafés típicos vieneses.
Tarde lluviosa en Nueva York. No hay nada mejor que tomarse una tarta de queso con vainilla y un enorme café con crema, después de haber pasado el día viendo museos. Tras los cristales del Café Sabarsky veo lluvia, mucha lluvia. y, tras la 5ª Avenida, Central Park.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Missing


Missing, de Costa-Gavras, relata la situación política de Chile tras el golpe de estado de Pinochet. La historia se centra en una de tantas desapariciones que tuvieron lugar por aquel entonces. Desapariciones que en la mayoría de los casos acababan en muerte a las pocas horas del secuestro. Los militares irrumpían con violencia en las casas señaladas, ocupadas por personas que simplemete pensaban diferente. O que simplemente pensaban. Algo de esto me suena. Algo de esto pasó también por aquí.


Charles Horman y su mujer Beth son una pareja de norteamericanos que dedició mudarse al Chile de Salvador Allende en busca de la utopía socialista. Jóvenes inquietos, de la acomodada clase media norteamericana, que tenían interés por descubir otro país, Chile, donde se estaba viviendo una situación política atractiva para ellos.


11 de septiembre de 1973. Golpe de estado. Asesinan a Allende y el país se convierte en una batalla campal. La capital, Sanitago, es tomada por los "milicos" y empieza la búsqueda y captura de todo enemigo del régimen. Charles Horman es uno de estos enemigos, que además sabe demasiado debido a un encuentro accidental con miltares norteamericanos en una ciudad de la costa chilena. Charles desaparece y su mujer, Beth, emprende una búsqueda desesperada. En su ayuda, acude Ed Horman, padre de Charles, un hombre de negocios neoyorquino que no es capaz de concebir que su país pueda hacer algo inmoral. Tampoco es capaz de creer que a un ciudadano norteamericano pueda pasarle algo. Si se es americano todas las puertas se abren. Estés donde estés.


Me encanta cómo va evolucionando en personaje de Ed, como pasa del: "¿en qué líos estaríais metidos para que esto haya ocurrido", al "¿qué demonios habéis hecho con mi hijo?". Es vergonzoso todo lo que ocurrió, estremecedor el momento en el que Ed llama por un micrófono a su hijo dentro del Estadio Nacional, donde estaban hacinados los presos políticos. Y ésta es una historia basada en hechos reales, según el propio director. Lo que más me cabrea es que hubo cientos y miles de historias similares reales. Esto pasó. Y es una pena que se olvide.


Me enfado mucho cuando veo esta película.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

New York City (I)


Nueva York es LA CIUDAD. Lo tiene todo. Todo lo que una persona como yo, urbana hasta la médula, puede desear. París, Berlín son otra cosa, tienen encantos diferentes, son ciudades mágicas, pero Nueva York es LA CIUDAD. Cuando visito un lugar nuevo no puedo evitar imaginarme cómo sería mi vida si yo viviese allí. Y me he imaginado muy feliz viviendo en Manhattan. Más feliz que en cualquier otro lugar.

Confirmado. Cuando llegué a Grand Central Terminal y bajé del autobús que nos había traído desde el aeropuerto tuve esa sensación. La que todo el mundo tiene cuando llega. Yo ya había estado en esta ciudad. Es más, ya había estado muchísimas veces. Aún así, no podía parar de mirarlo todo, con una ansiedad casi infantil: los edificios tan altos, los taxis, el humo saliendo de las alcantarillas...

No sé cómo puedo empezar a describir lo infinitamente pequeña que me sentí cuando subí al Empire State Building la primera noche que llegamos a la ciudad. No era muy tarde, creo que serían aproximadamente las diez de la noche, empezaba a lloviznar y prácticamente no había nadie. Todas las luces bajo nuestros pies. Todas nuestras. Pero inalcanzables al mismo tiempo.

Toda la semana me ha acompañado una sensación de irrealidad, como si todo lo estuviese viendo a través de la pantalla del televisor. El skyline que se divisa desde el ferry de Staten Island me recordaba totalmente a un cuadro de Richard Estes. Una mezcla entre fotografía y un cuadro hiprerrealista. Pero irreal ante mis ojos.


El puente de Brooklyn es grandioso, con esa maraña de cables y el constante ruido de los coches que pasan bajo los pies de los viandantes. Hay tanto que contar que tardaría días y días: Times Square, la meca del consumismo impuesto por la publicidad que te acorrala allá donde mires; Battery Park City, con millones de banderas de barras y estrellas y las botas de los bomberos a los que se les rinde homenaje por haber dado sus vidas al tratar de salvar a las personas que estaban en las Torres Gemelas aquél 11 de septiembre; la Estatua de la Libertad, lo primero que divisaban los recién llegados de Europa en la época de las grandes migraciones; la Zona Cero, preparándose para las conmemoraciones del 7º aniversario del atentado; Dumbo Park en Brooklyn, donde se reconoce el cartel de la película Manhattan de Woody Allen; Chinatown; la fiesta de San Gennaro en Little Italy...




Seguiré contando historias detalladas del viaje. Tengo que decir que esta semana he sido muy feliz. Gracias J.

martes, 16 de septiembre de 2008

Un paisaje americano


El pasado 28 de agosto La Vanguardia publicaba un artículo en su sección de Cultura titulado "Un paisaje americano", donde su autor, Marc Bassets, explicaba la historia del cuadro de Edward Hopper, "Nighthawks" e incluía una fotografía del lugar actual en el que en su día había estado la famosa cafetería del cuadro. Soy una fanática de los lugares donde han ocurrido cosas. Soy fanática, además, de Edward Hopper, que es capaz de transmitirme toda la tristeza y toda la soledad del mundo a través de sus cuadros.


Me gusta la historia que cuenta el artículo: la imagen que muestra la fotografía no es otro lugar que un cruce de calles de Nueva York (la esquina de la Séptima Avenida, la calle 11 y la avenida de Greenwich) donde hoy simplemente hay un solar rodeado por una valla, cubierta por mensajes y mensajes. Ninguno va dirigido a Hopper, ni a ninguno de los cuatro personajes solitarios que dibujó. Justo al otro lado de la calle está el Saint Vincent Hospital, el hospital en codiciones de tratar a los heridos más cercano al lugar de los atentados del 11-S. Todos esos mensajes son muestras espontáneas de apoyo a los afectados por la catástrofe.


La fotografía es bastante mala. Llovía bastante ese día en NY y tengo que reconocer que mi talento fotográfico deja mucho que desear. Pero el lugar es mágico para mí.

lunes, 8 de septiembre de 2008

New York, New York


Todo el mundo que ha visitado Nueva York me dice lo mismo: cuando llegas tienes la sensación de haber estado ya en esta ciudad. Es inevitable, supongo. El dominio americano en todos los aspectos de nuestra vida es difícil de esquivar. Yo traté de deshacerme de él durante algún tiempo gracias a una serie de prejucios que únicamente contribuyeron a prolongar mi ignorancia.


Ahora estoy en mi etapa americana y aunque sé que en Nueva York no voy a encontrar los caminos polvorientos que recorrió la familia Joad en su exilio a California, ni la decadencia que reflejan las fotografías de Robert Frank en "Los Americanos"; aunque sé que Nueva York es y no es América al mismo tiempo; es el único viaje que podría hacer ahora. No puedo tener más ilusión. No puedo.


Quiero convertirme en un halcón nocturno y tomarme una copa en el Greenwich village, justo en el bar que Hopper pintó. Si me queréis encontrar, buscadme por allí.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Long walk home


Hoy quiero contar una historia. Es la historia de una mujer que siendo adolescente tuvo que abandonar su casa, su cuidad, Pamplona para marcharse a Zaragoza a ayudar en la pensión de su tío Marcelino. Su tía acababa de morir y debía echarle una mano a él y a sus primos Luis, Carmen y a la pequeña Pilarín. En Zaragoza hizo su vida, siempre al lado de su prima Carmen. Siempre inseparables. Una desgracia las unió todavía más. De por vida. Sus novios, con los que seguramente iban a casarse, murieron en la Guerra Civil. Aún recuerdo como, hace unos años, al preguntarle por él, no pudo contener el llanto. 60 años después, seguía echándole de menos.

Tras la guerra, las dos primas se prometieron no separarse jamás. Y juntas vivieron una vida inusual para dos mujeres en aquella época: vestían pantalones, fumaban con boquilla, iban al cine, al teatro. Años después, Luis, su primo, emigró a Suiza con su mujer en busca de un futuro mejor. Carmen y ella, con la generosidad y dedicación que siempre las caracterizó se prestaron a cuidar de los tres hijos de Luis y su mujer Carmen: Óscar, Olga y Mavi. No hace falta que diga que Luis y Carmen eran mis abuelos y que, como no podía ser de otra forma, mis tías abuelas, Carmen y ella, Mary, siempre fueron también mis abuelas.

Recuerdo las partidas de parchís en su casa, la bolsa de agua caliente en la cama, el hígado, el chocolate con churros, todo lo que nos han querido siempre. Todo lo que yo las querré siempre. Hace cinco años y sin avisar, mi tía Carmen nos dejó para siempre. Y con ella, se fueron también las ganas de vivir de mi tía Mary. Por eso hoy, aunque es un día especialmente triste, estoy feliz porque ella está feliz también. Descansando con su otra mitad, de la que nunca debería haberse separado.

Pienso que el hogar está allí donde se encuentran aquéllos a los que más quieres. Me alegro tía, de que, tal y como querías, estés de nuevo en casa. Dale un beso enorme a la tía Carmen y otro enorme para ti también. Os quiero. Para siempre.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sacco y Vanzetti


El pasado 23 de agosto se cumplieron 81 años de la ejecución de Nicolas Sacco y Bartolomeo Vanzetti en la silla eléctrica de la prisión de Charlestown, Massachussets. El crimen que no cometieron: el asesinato de un pagador de una fábrica de zapatos y su escolta. Las autoridades necesitaban unos culpables y Sacco y Vanzetti encajaban perfectamente: eran unos radicales. Nada impidió que el juez Thayler decretase la pena de muerte de los dos anarquistas italianos, ni el hecho de que un preso puertorriqueño, Celestino Madeiros, se declarase culpable del asesinato; ni siquiera las protestas y peticiones de clemencia de Mussolini, Stalin, Marie Curie, Charles Lindbergh o John Dos Passos impidieron la ejecución de Sacco y Vanzetti.


Estremecedoras son las declaraciones de Bartolomé Vanzetti, tras conocer la sentencia de muerte: "Digo que soy inocente. Todos los que conocen estos dos brazos saben bien que no necesito matar a nadie en la calle ni arrebatarle dinero(...). Yo nunca he cometido crimen alguno en mi vida...yo sólo he luchado por erradicar el crimen, los crímenes que la ley oficial y moral sancionan y santifican y que es la opresión del hombre por el hombre (...)".


Antes de su ejecución, Vanzeti declaró a un periodista: "Si no fuera por todo esto, yo me habría pasado la vida dando discursos en las esquinas ante gente indiferente. Habría muerto en el anonimato, fracasado. Ahora no somos un fracaso. Esta es nuestra carrera y nuestro triunfo. Nunca habríamos esperado en nuestra vida haber realizado semejante labor por la tolerancia y la justicia, para el entendimiento entre los hombres, como ahora lo hacemos por accidente. ¡Nuetsras vidas, nuestras palabras, nuestros padecimientos son nada! ¡Quitarnos la vida -las vidas de un buen zapatero y un pobre pescadero- es todo! Ese último momento nos pertenece, esa agonía es nuestro triunfo!"


Brindemos por Saco y Vanzetti.

martes, 2 de septiembre de 2008

Henry Lee


Tengo que reconocer que me costó llegar a Nick Cave. Probablemente porque en un primer momento no me topé con los temas adecuados. Pero ahora estoy rendida a sus pies.

¿Puede existir más amor que en este video? A veces cuando lo veo me siento incómoda porque es tan íntimo que me da la sensación de que es un momento sólo para ellos dos, que no puede haber nadie más. Siento como que estoy invadiendo su intimidad. Cómo se miran, cómo se tocan, cómo se cantan. Hay mucho mucho amor y me encanta.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Tener y no tener


Isla de Martinica. Colonia francesa.1940. II Guerra Mundial. "To have or to have not", dirigida por Howard Hawks está basada en un relato de Ernest Hemingway (cuenta la historia que Hawks retó a Hemingway diciéndole: "cuánto te apuestas a que hago una película de tu peor novela"). Interpretada por Humphrey Bogart y una jovencísima Lauren Bacall (con 19 años, esta fue su primera película), las similitudes con Casablanca son evidentes.


Harry (Bogart) es un cínico expatriado americano sin interés alguno en ayudar a la resistencia francesa de la isla de Martinica, ocupada por los nazis. Es patrón de un barco, que alquila a todo aquel que pague el precio adecuado. Hasta que aparece Marie (Bacall), "femme fatale", de pasado oscuro; y comienza la aventura...Hay incluso un piano que nos traslada irremediablemente al Café de Rick.


Me encanta Lauren Bacall en esta película: la forma que tiene de encenderse los cigarrillos, tan varonil y esa voz ronca...su presencia lo llena todo: "Ya sabes que no tienes que fingir conmigo, Harry. No tienes que decir nada y no tienes que hacer nada. Nada de nada. Tal vez sólo silbar. ¿Sabes silbar, verdad? Juntas los labios...y soplas".


He leído que la apasionada relación que Bogart y Bacall tuvieron durante el rodaje escandalizó a la prensa. Bogart tenía 26 años más que Bacall y estaba casado con una mujer, tan celosa que decidió asistir diariamente al rodaje en cuanto oyó rumores del romance. Tras el divorcio, Bogart y Bacall pudieron formar un matrimonio que figuró como modélico en las revistas de la época. Se cuenta que, como obsequio de boda, Bogart regaló a Bacall un silbato de oro con la inscripción: "si me necesitas, silba". También se dice que alguien colocó dicho silbato en el ataúd del actor, cuando falleció 13 años después.