sábado, 28 de marzo de 2009

Mundos mágicos


Un árbol. Un coche. Una caseta de playa. Color. Mucho color. Infancia. Es lo primero que me viene a la cabeza cuando veo la obra de Cristina Lama. “Por partes” parece, a simple vista, el conjunto de ensoñaciones de un niño al que sus padres le han dejado unos lápices de colores y un papel, mientras ellos tratan de mantener una conversación de adultos con un grupo de amigos. El niño, en su exilio infantil, plasma en el papel fragmentos, trozos de aquello que ha vivido, de aquello que ha soñado, de aquello que recuerda. Un robot. Un calendario. Unos libros. Una casa. Pero conforme me voy adentrando en el universo de Cristina Lama, la primera impresión se desvanece. No existe infancia. Nada en sus cuadros es fruto del azar. Los elementos representados nada tienen de inocencia. Ni de niñez. Son una serie de piezas que forman un rompecabezas complejo, quizá el observador pueda aventurarse a descifrarlo. Pero únicamente la artista sabe su significado.

Unas maletas. Un arco iris. Una botella con dos copas. Algunas de las composiciones me transmiten viajes. Carretera. Huida de la gran ciudad para encontrar el descanso en cualquier lugar perdido. Un lugar con un faro. Creo reconocer algunos malos sueños. Fragmentos de miedo plasmados en forma de monstruos y bosques oscuros.

Un mono. Una isla. Un perro que llora. Sé que no llegaré a descifrar el mundo de Cristina Lama. Pero también sé que una vez que lo descubres, es difícil abandonarlo.
"Por partes", de Cristina Lama puede visitarse hasta el 4 de abril en la galería Begoña Malone (C/Pelayo, 50. Madrid)

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