viernes, 20 de noviembre de 2009

Let's rock!


Ayer viví una noche increíble. Oscuridad, humo, tupés, flequillos. De repente, las cortinas rojas se abrieron y allí apareció ella, Imelda, con un vestido de leopardo, corte años 50, labios rojos, absolutamente auténtica. Y nos hizo bailar y cantar como locos, ella y su banda. Qué gran banda. Y qué voz. Y qué movimientos.
Lo mejor es que parecían divertirse y animaban a los presentes a cantar y a dar palmas. Sin duda, uno de los mejores conciertos del año.




sábado, 7 de noviembre de 2009

Espiar


Entrar en otras vidas me apasiona. Mirar a través de otros ojos, disfrutar de otros puntos de vista. Salir, ser otra, distraerme y volver a mí. Sí, he descubierto que me gusta leer biografías y relatos autobiográficos. Saber mucho de alguien, espiar. Y si de repente, me encuentro con una vida apasionante, como la de Amélie Nothomb, me doy cuenta de que no puedo más que reafirmarme: me encanta este nuevo hobby.

El mes pasado me metí en la vida de Amélie gracias a tres de sus libros: Biografía del hambre, Ni de Adán ni de Eva y Estupor y temblores. Los leí en este orden, tal y como pasaron los acontecimientos, pero no tal y como fueron escritos. La vida de Amélie es muy singular: hija de un diplomático belga, nació en Japón y pasó su infancia entre este país, China, Bangladesh y Nueva York. Los pensamientos de un niño teniendo en cuenta este escenario no tienen desperdicio. Biografía del hambre relata precisamente esto: las fantasías y percepciones de una niña casi superdotada, que cambia de escenario continuamente y que tiene el privilegio de conocer diferentes lugares del mundo, diferentes culturas y formas de vida, que le permiten construir un mundo único, a medida. Sus coqueteos con la anorexia durante su pubertad no son, ni lo más importante del relato, ni lo más interesante. Toda la historia está contada con un humor que, por momentos, me hizo reír a carcajadas.

Pasan los años y Amélie decide volver a Japón, su tierra natal, donde realmente piensa que pertenece. Ni de Adán ni de Eva y Estupor y temblores, relatan el mismo periodo de tiempo, pero son dos historias totalmente diferentes: el amor en Japón y el trabajo en Japón. Una mirada europea de este país. Un acercamiento a su cultura y sus costumbres, pero siempre desde la barrera. Existe una barrera invisible que no se puede traspasar.

Amélie abandonó Japón sintiéndose más belga que nunca y esto, según ella, era como no sentir nada, porque “ser belga es como no tener identidad”. Buscó la suya en Japón, pero nada quedaba de lo vivido en su infancia, cuando el sentirse japonesa era suficiente para serlo. Sus cerezos en flor ya no eran los cerezos que allí había. Ni su recuerdo se parecía a la realidad que tuvo que vivir. Así que volvió a Bélgica para escribir de su querido país. Ya no aguantaba más vivirlo.

viernes, 16 de octubre de 2009

Let's dance



Muchas veces pienso que me encantaría saber cantar para, alguna vez, hacer una declaración de amor como ésta...La canción, de M. Ward, no me puede parecer más bonita. La escucho, una y otra vez, y quiero hacer como la protagonista de este corto -que no sé muy bien de dónde sale, pero lo he encontrado por casualidad y me gusta- y utilizar un lenguaje diferente para expresar sentimientos que a veces las palabras no alcanzan a reflejar su verdadera intensidad.

Let's dance...

viernes, 2 de octubre de 2009

Maravillosa Eilen


Ayer por la noche me enamoré de una mujer: Eilen Jewell. Nacida en Ohio, esta cantante y compositora y su gran banda me regalaron ayer una noche increíble. Es frágil y dura a la vez. Su aparente dulzura se mezcla con una rabia y una fuerza increíble. Sus movmientos, sus bailes, sus letras y sus músicos consiguieron hipnotizar a toda la sala El Sol. Y además es simpática. Dirigiéndose al público en un español más que aceptable, confesó su amor por Madrid y por el alcohol, y agradeció a las personas que habían hecho posible que pudiese estar esa noche allí. Hasta le dedicó una canción al chico de sonido.




Sus canciones te llevan al Estados Unidos del polvo y las botas de montar. Del whisky solitario en la barra de un bar. Y el contrabajo te traslada por momentos a los años 50, a tupés, como el de John Scascia, su dueño -¿por qué todos los contrabajistas llevan tupé?-. No se puede pedir más. No se puede decir más. Observad y disfrutad:

martes, 22 de septiembre de 2009

Presentación "B"



Presentación del segundo cuaderno de creación de "El Pez Globo"
¡Todo el que quiera venir es bienvenido!

martes, 8 de septiembre de 2009

Apple of my eye


Si tuvieras que escribir una guía para turistas sobre tu propia ciudad, ¿qué incluirías? Inevitablemente, habría que señalar los lugares más importantes, esos que aparecen en todos los libros, pero, seguramente al autor en cuestión -y si no se dedica a ello profesionalmente, con más razón- seguro que trataría de mostrar aquellos sitios mágicos, secretos, maravillosos y desconocidos para el público general.

Apple of my eye, de Helene Hanff, es una declaración de amor a la ciudad de Nueva York y, a la vez, una guía peculiar de la gran manzana, aunque un tanto desactualizada (el libro está escrito en 1977). Hanff recoge en este libro otra de sus aventuras: una editorial le encarga la redacción de un libro sobre Nueva York. Es entonces cuando se plantea si realmente conoce la ciudad. Nunca ha visitado la Estatua de la Libertad, tampoco ha subido a las ya desaparecidas Torres Gemelas, ni ha visitado Little Italy en las fiestas de San Genaro. Pero conoce muchos otros rincones dignos de ser compartidos...

Así, Helene se embarca con su amiga Patsy en un viaje por su propia ciudad: Upper East Side, Upper West Side, Greenwich Village, Brooklyn, y así, barrio a barrio van convenciendo al lector de que Nueva York es una ciudad única.

Si tuviera la ocasión de escribir un libro así, ¿qué sitios escogería de Madrid? He empezado a hecer una pequeña lista...

sábado, 29 de agosto de 2009

Esta es mi vida


De fotógrafa oficial del rock 'n' roll a fotógrafa de personajes famosos: políticos, actores y actrices, músicos, modelos...Annie Leibovitz ha retratado a las personas más conocidas de los últimos tiempos. Desde la reina de Inglaterra a un moribundo William S. Burroughs; desde el gabienete Bush a los White Stripes emulando un circo ambulante a las afueras de Nueva York. Los contrastes son inmensos. Todos los personajes célebres, sean de la condición que sean, no llegan a sentirse en lo más alto hasta que no son fotografíados por Annie Leibovitz. Quizá esto último sea excesivo, pero ¿qué tienen en común Colin Powell y Kate Moss sino el deseo de ser fotografíados por la más famosa de las fotógrafas?




La exposición "Annie Leibovitz. Vida de una fotógrafa 1990-2005" muestra una selección de más de 200 fotografías con las que el espectador puede hacerse una idea de lo que vivió Leibovitz durante este periodo de tiempo. Entre ellas se encuentran sus más famosos retratos, como la fotografía de una Demi Moore embarazadísima, hasta escenas cotidianas de su vida: recuerdos de viajes a Venecia con su pareja Susan Sontag; vacaciones con sus padres en su casa de Rhinebeck (Nueva York); retratos de sus hijas...



Me gusta la selección que han hecho porque es fiel a lo que pretendía mostrar: "Annie Leibovitz. Vida de una fotógrafa" muestra eso, su vida, que está llena de momentos emocionantes, como supongo que será el retratar a Bill Clinton o a Nelson Mandela; pero que también hay sitio para la vida en pareja, para los hijos. Retratos de tristeza y de alegrías. La vida, al fin y al cabo. Me gustan las fotos que hay de sus padres, cómo trata de extraer el gesto que muestre la esecia de su madre. Me gustan las escenas cotidianas de cuando llega el momento de levantarse de la cama y sus padres aparecen despeinados, pero naturales, sin mostrar ningún tipo de sorpresa porque su hija esté de alguna manera invadiendo su intimidad.



Luego está la parte dedicada a Susan Sontag. Creo que la elección de las fotografías y la explicación que de ellas hace la fotógrafa revelan el tipo de relación que existía entre ellas. Una profunda admiración de Annie por Susan, todo lo que le enseñaba, los viajes, Venecia, París, incluso Sarajevo. Cómo Annie cuidó de ella cuando se puso enferma de cáncer. Cómo quería retratar cada momento, como si no fuese a haber otro. Hay fotografías realmente impactantes. Annie Leibovitz abre las puertas de su vida en esta exposición. Parece decir: "Sí, he fotografíado a este y a este otro, pero he sufrido como otros, he amado, como todos. Soy humana. Soy humana".

No sé si es bueno o es malo, pero siento curiosidad por las vidas ajenas. Me gustan las personas, me gusta ver qué tipo de vidas han elegido, qué es lo que no he elegido yo. Esta exposición trata de eso, de mostrar una vida. Una vida fuera de lo común, claro. Pero una vida. Si tenéis la oportunidad de acercaros, os la recomiendo.