lunes, 12 de abril de 2010

Abandono 2: Palermo



Leo en mi guía de Sicilia:

Palermo es una ciudad antigua que muestra los vestigios de los incontables invasores de Sicilia. Fue un emirato árabe, la sede de un reino normando y, en el siglo XII, la ciudad más importante de Europa. La ciudad sigue siendo una belleza, pero sus joyas a menudo necesitan cierta búsqueda por parte del viajero.

Todavía estoy tratando de asimilar esta ciudad. Toda esa belleza, esos palacios que aparecen detrás de cada esquina, esa mezcla de civilizaciones, está enterrada en suciedad, dejadez y abandono. Parece como si la ciudad hubiese sufrido un ataque nuclear: nadie pasea por sus calles, perros abandonados buscan una mirada amable, familias numerosas se desplazan en Vespas (toda la familia en una), los relojes de los principales edificios están parados desde hace años.



Palermo desconcierta. Asusta. Engancha. Nadie pasea por la principal arteria de la ciudad, Corso Vittorio Emanuele. No hay comercios abiertos, no hay vida. Sólo turistas asombrados. De esta avenida surgen callejones que requieren cierta valentía por parte del visitante para adentrarse en ellos por la noche. Por el día, el ruido de los mercados callejeros te lleva hasta las entrañas de la ciudad: los olores se intensifican -de pescado, sobre todo, de todos los tipos-, frutas, verduras y muchos gritos. Las motos de las familias numerosas sortean los puestos ambulantes; los jóvenes y no tan jóvenes, apoyados en las fachadas, miran la vida pasar. Los edificios se caen a pedazos.

Qué más da si algún día fueron hermosos palacios. Qué más da que hoy sean Patrimonio de la Humanidad. Aquí a nadie le importa.



¿Por qué se han olvidado de Palermo? ¿Quién quiere que desapareza? Por momentos, olvido que estoy en Europa. Esta ciudad me ha fascinado y me ha entristecido a partes iguales.