domingo, 3 de abril de 2011

En un mundo mejor (o cómo llorar de principio a fin con una película)


Entiendo por qué la directora Susanne Bier ha ganado el Óscar a la Mejor Película Extranjera con En un mundo mejor. Ayer por la noche me senté en la butaca del cine y estuve llorando de principio a fin. Cuando la historia me daba un respiro, escuchaba el llanto y los grititos que daba la chica que estaba sentada a mi lado y otra vez a empezar. Me cuesta llorar con las películas, pero lo de ayer fue algo demasiado fuerte para mí.

¿Qué tiene En un mundo mejor para conseguir emocionarme de esta manera? Varias cosas: niños que sufren, violencia y repulsa de la violencia, planteamientos morales sobre cómo hay que enfrentarse a situaciones de violencia...Visto así a uno se le pueden quitar todas las ganas de ir a ver esta película. Pero, para mí, y como dice Carlos Boyero en su crítica:

En mi caso, que no soy de lágrima fácil, Susanne Bier consigue en algún momento de esta película, que se me humedezcan los ojos. Y es una sensación impagable.

Llorar a veces es una sensación impagable.

¿Qué le pasa a este niño por la cabeza?, se pregunta el padre de Christian, un niño que acaba de perder a su madre, cuando este empieza a mostrar comportamientos violentos. ¿Cómo reaccionan los niños al sufrir un golpe tan duro? ¿Cómo expresan su dolor? A veces, simplemente necesitan buscar culpables. Todos lo necesitamos, a veces.


Christian conoce a Elias en su nuevo colegio y en seguida se hacen amigos. Elias es maltratado por los malos del colegio y ve a Christian como su salvación. Estaría dispuesto a todo por la única persona que le ha mostrado algún tipo de afecto. Todo. Aunque eso supusiera el final.

Cada personaje de En un mundo mejor tiene su historia. Una gran historia: los padres del Elias, el padre de Christian, los niños. Todos te emocionan. Con todos te sientes un poco identificado. Todos te hacen llorar. Te encantaría poder ayudarles a todos.

Sinceramente, me ha fascinado esta película.