sábado, 5 de mayo de 2012

Budapest. El tiempo se ha parado



Budapest. Uno de los destinos turísticos por excelencia. Por lo menos para los españoles en Semana Santa. Nunca me había interesado por esta ciudad. Tuve incluso que buscar personajes húngaros célebres para contar con alguna referencia antes de viajar allí. Supongo que estas cosas pasan. 


Budapest es una ciudad que se ha puesto guapa para el turismo. Cafés, pasteles, mercados que muestran la mejor mercancía del país. Buen inglés allá donde te dirijas. Pero si rascas un poco más, lo encuentras. Edificios que fueron espectaculares, ahora enterrados bajo una capa de mierda y decadencia, tiendas donde siguen vendiendo ropa y artilugios propios de la Unión Soviética, pequeños restaurantes obreros de comida casera para trabajadores por dos duros. Eso me gusta. 


Es una ciudad rara Budapest. Siempre en tierra de nadie. Siempre invadida por unos y por otros. En busca siempre de su verdadera identidad. No sé cómo, pero eso se respira y se intuye. Eso me gusta. 


Es una ciudad que empezó a hacerse grande, lustrosa, imponente, pero que la crisis frenó esas pretensiones. Un gran museo de arte contemporáneo vacío y triste, que mantiene cuatro cuadros de un artista húngaro para justificar su existencia. Más vigilantes que visitantes, todos ellos con pinta de funcionarios soviéticos. Un gran contenedor vacío, con un diseño propio de esta época: moderno, vanguardista, caro. En medio de la nada porque se suponía que tras su construcción, vendría el resto de grandes edificios, que harían de una zona marginada de la ciudad, el nuevo Brooklyn de Budapest, lugar de ocio de la gente moderna con dinero. Pero todo se esfumó. Y ahora ese gran edificio desentona porque todo lo que existe a su alrededor es la nada más absoluta y deprimente.




Decadente también es el Hotel Gellert. Una belleza art deco, que no necesita contratar a personal amable para atraer a los turistas. Con su balneario espectacular, lleno de plantas, piscinas descubiertas y aguas termales. Mientras nadaba en esas piscinas imaginaba conspiraciones pensadas allí por personajes de otros tiempos. No sé por qué, me pareció un buen lugar para tramar traiciones y golpes de estado. Ahora, es necesario compartir toda esa belleza con turistas ruidosos, familias con niños y japoneses. Como nosotros, vamos.


El ilusionista y escapista Houdini era de Budapest.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mas que "pupu... querras decir "cacas.


Ysa,


Feliz Cacareo!!

Anónimo dijo...

Mas que "pupu... querras decir "cacas.


Ysa,


Feliz Cacareo!!

moonlight dijo...

Yo tuve un novio húngaro, que me dejó con unas ganas locas de viajar a Budapest…

Anónimo dijo...

hunga0 ro quiere decir UNIAaaaa!!

Camila dijo...

Todos los que van a Budapest vuelven maravillados y por eso estoy pensando en ir el año próximo. Este año prefiero disfrutar de las playas y por eso buscaba ofertas en Pasajes al Salvador. Seguramente el año que viene decida buscar un poco mas de frio y otra clase de viaje