Veo a una mujer cómodamente tumbada. Dormida en un sofá. Lleva un vestido naranja en el que se distinguen perfectamente cada una de las arrugas y de los pliegues. Al fondo, una puesta de sol. Maravillosa. Por un momento me gustaría ser ella. Estar en ese lugar. En vez de en el Museo del Prado contemplando la exposición "La Bella Durmiente. Pintura victoriana del Museo de Arte de Ponce". Gracias al curso que estoy estoy estudiando sobre arte y comunicación, me veo obligada a acudir al Prado, que parece mentira que me tengan que obligar. Pero en Madrid ya sa sabe. El tiempo desaparece no sé muy bien dónde.
No tengo ni idea de pintura victoriana del siglo XIX. No sabía hasta que estuve ayer en la exposición, que existía el Museo de Arte de Poce, en Puerto Rico, de donde proceden todas estas obras. Además, a mí me gusta otro tipo de arte. No me gusta la oscuridad ni los temas religiosos. Básicamente porque no los entiendo. Pero hubo algo mágico ayer en esa pequeña sala del Prado.
Quizá fuese ese color naranja del vestido del cuadro de Frederic Laighton "Sol ardiente de junio" o la historia que hay detrás de "El sueño del Rey Arturo en Avalón", de Edward Coley Burne-Jones. Se trata de un cuadro impresionante. Enorme. Con muchos personajes retratados, que parece que tengan vida. Parece que se mueven. Me gusta el cuadro también por la historia que tiene detrás. Su autor estaba obsesionado con la leyenda del Rey Arturo, que cuenta que la hechicera Morgana le lleva a la isla mágica de Avalón donde permanecerá dormido hasta que su presencia sea de nuevo requerida en la tierra.
Burne-Jones trabajó obsesivamente en el cuadro hasta un día antes de su muerte. El cuadro tiene una tabla su parte inferior. Dicen que probablemente formase parte del marco que fue elaborado para la exposición celebrada un mes después de su muerte. Esta tabla lleva una iscripción en latín escrita por su yerno, que resume la trascendencia que qesta obra tuvo para el artista:
"Esta imagen del Rey Arturo dormido en Avalón hasta que suene la trompeta fue destinado a ser la culminación de la vida y obra del artista. La había comenzado veinte años antes y estaba dedicado a su realización cuando la muerte le arrancó su mano de ella aún inconclusa, el 17 de junio de 1898".
5 comentarios:
Yo a ver si puedo acercarme un día de estos a verla, porque además ahora ando leyendo materia artúrica para una asignatura de literatura medieval, me vendrá bien como ejercicio de reconocer personajes :) y para recrearme en la belleza del XIX. La verdad es que es un tipo de pintura que me gusta mucho (en pequeñas dosis, porque puede llegar a cansar), me cautiva La muerte de Ophelia de Millais y esas cosicas :).
Me alegro de que te gustara, nos leemos y ya comentaré por aquí qué me pareció, ¡saludos!
Espero que te guste Rosalie!! a mí me emocionó bastante y eso que tenía un poco olvidada la leyenda de Arturo. Un abrazo!
Me ha encantado el primer cuadro! Gracias por descubrírmelo...
Me alegro desconvencida! Un beso
Vaya, coincidencia, también puse ese cuadro... Por cierto, si estás por Londres tienes mucho de este tipo de pintura con que deleitarte...
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