
Hubo un cuadro que me impactó muchísimo cuando estuve en el MoMA de Nueva York hace unos meses: Christina's world, del pintor norteamericano Andrew Wyeth. Una chica joven yace en una explanada sin árboles y a lo lejos se ven dos casas aisladas. Me desconcertó. No entendía por qué estaba allí, en medio de la nada. Parece como si estuviese arrastrándose, intentando desesperadamente llegar a un destino inalcanzable.
Ahora, leo sobre este cuadro que Wyeth pintó en 1948 y la historia me encanta. La chica del cuadro se llama Christina Olson. El pintor, que veraneaba en un pueblo de Maine, la veía desde su ventana, arrastrándose en medio del campo. Christina tenía polio, un deterioro muscular que paralizaba la parte inferior de su cuerpo.
Por más vueltas que le dé, no consigo comprender cómo Christina ha llegado hasta ahí.
En cuanto ví este cuadro me acordé de mi amiga Cristina. Que no tiene polio pero que ahora se encuentra un poco paralizada porque quiere llegar a un destino que se presenta un tanto inalcanzable. Ella observa la inmensa explanada y creo que piensa que no lo va a lograr. Pero yo sé que sus piernas acabarán reaccionando.