jueves, 16 de septiembre de 2010

Éramos unos niños


Existen muchos tipos de relaciones: amistad, amor, simpatía, compañerismo…Y luego están las que no se pueden definir. Aquéllas que se escapan de todo convencionalismo, las que no siguen los patrones establecidos. Creo que Patti Smith y Robert Mapplethorpe inventaron un nuevo tipo de unión. Eran amantes, pareja, amigos, él la inspiración de ella; ella, la musa de él. Lo fueron todo el uno para el otro, pero sin excluir a otras personas que llegaron a sus respectivas vidas, de manera especial, para quedarse.

Se conocieron con 19 años en Nueva York. Llegaron allí para luchar por ser artistas, en el más amplio sentido de la palabra. No tenían ni para comer. Se conocieron y ya no se separaron hasta muchos años después.

Él quería triunfar con el arte. Ella, encontrar su vocación. Él era homosexual y no sabía muy bien qué hacer con ello. Ella lo sabía, pero no le importaba porque su unión iba mucho más allá. Juntos conocieron a todos los artistas que buscaban su lugar en el centro neurálgico del nuevo arte, por los años 70. Formaron parte de la fauna del Hotel Chelsea, donde residían los amigos de Andy Warhol y algunos los representantes la Generación Beat.

Éramos unos niños es un libro de memorias de toda una época. Contado por un testigo excepcional, Patti Smith, relata el camino que anduvieron ella y Robert, antes de de llegar a ser cantante ella, fotógrafo él.


He devorado el libro y he podido sentir lo que vivieron todas estas personas, antes de saber que llegarían a ser alguien en el mundo del arte.


“Un día de otoño inusitadamente cálido nos vestimos con nuestra ropa preferida, yo con mis sandalias beatnik y mis pañuelos deshilachados, y Robert con sus collares de cuentas y su chaleco de piel de carnero. Cogimos el metro hasta la calle Cuatro Oeste y pasamos la tarde en Washington Square. Compartimos café de un termo mientras observábamos la marea de turistas, porretas y cantantes folk. Revolucionarios exaltados distribuían pasquines antibélicos. Jugadores de ajedrez atraían a un público propio. Todo el mundo coexistía en aquella constante cacofonía de diatribas, bongos y ladridos de perro.


Nos dirigíamos a la fuente, epicentro de la actividad, cuando un matrimonio maduro se detuvo y nos observó sin ningún disimulo. A Robert le gustaba que se fijaran en él y me apretó cariñosamente la mano.


-Oh, sácales una foto –dijo la mujer a su desconcertado marido. Creo que son artistas. -Venga ya- respondió él, encogiéndose de hombros-. Sólo son unos niños”.

2 comentarios:

Txetxu dijo...

holap,
cuánto tiempo sin leer nada tuyo...¿fueron largas las vacaciones?o en realidad sí que has estado tan centrada con el libro de "Éramos unos niños" que no tuviste tiempo...
Pues nada, tendré en cuenta tu opinión e intentaré hacerme con el libro, que seguro que me gusta como ha pasado con otros que recomendaste. De momento, conseguiste que me ponga escuchar a la madrina del Punk..je,je
saludetes

Helene Hanff dijo...

Hola Txetxu,
Las vacaciones son siempre cortas, pero sí, me he tomado un descanso del blog. Ya estoy de vuelta.
Te recomiendo el libro. Me ha parecido una historia muy especial.
Un abrazo!!